Es un proyecto personal de fotografía. Comienza con la idea de retratar a una parte esencial dentro de la construcción y que muy pocas veces se voltea a ver, el ser humano en obra. La parte humana es clave para que la arquitectura cumpla su objetivo en el espacio. Dependemos de las personas para edificar las ideas y con ellas poder transformar ciudades. Sin embargo, muchas veces el enfoque se vuelve únicamente hacia el efecto final que tendrá el proyecto en sus alrededores o usuarios, pero es nula la atención que se da a la enorme cantidad de fuerza humana que se necesita para poder hacerlo.
Las condiciones laborales en México no son las ideales, y menos en el sector constructor. Al estar en el medio, me es imposible hacerme a un lado. Debemos buscar mejores condiciones, que permitan a la gente crecer y desarrollarse de mejor manera.
A través de este proyecto se genera la reflexión sobre las personas que trabajan en la construcción en México, tomando algunas fotos de los empleados y una pequeña entrevista sobre sus antecedentes, educación y distancia de su hogar. La objetivo es humanizar la percepción que la gente tiene de los empleados de la construcción.
Estoy en el pueblo de Tres Marías. Tengo 14 años y estoy enojado. Mi padre no tiene dinero para desayunar en nuestro restaurante favorito. Sé la razón, pero todavía no puedo entenderla. Después de un largo silencio durante el viaje, exploté y lo confronté; Mi padre tranquilamente me respondió: “Diego, tuve que pagarles a nuestros empleados un bono de Navidad, no solo porque esa es nuestra responsabilidad sino porque es su derecho. Lo necesitan más que nosotros ". Esta historia de mi juventud dice mucho sobre mi familia, mis valores y cómo me criaron. Mi vida y trayectoria profesional se han basado en estos valores.